Un sencillo interrogatorio .

Monendei, Postlithe 27, año 7470 según el Cómputo de la Comarca.

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¿Para qué sirve un baño?, me pregunto, mientras me encierro en uno. Para nada. O sea, sí. Si lo sé. Para muchas cosas obvias, entre ellas, cantar en la ducha, manchar con pasta de dientes el espejo, tirar pelos húmedos en el lavamanos, cantar (también) con el secador de pelo... y encerrarse. Por eso, me hago caso y me encierro. Luego me siento en la alfombrilla y respiro.

¿Por qué? Es tan sencillo preguntarse cosas y jamás responderlas. Entretanto, veo al bardo que se acerca, que miente y exhala un aliento desconocido en mi cuello. Atraviesa el espejo, y yo no deseo que lo haga. Lo devuelvo a su invisibilidad estática, lo mantengo fuera de mi refugio. Sigue ahí, pero, ¿qué más da? Me observo desde el exterior, pausa, retroceso, play, y mis manos devuelven la humedad empañada al vidrio del espejo. El momento eterno vuelve a su curso, haga lo que haga para evitarlo.

¿Qué pasará? Nada que no sepa mi alma más profunda. Qué ganas me dan de romperme los puños tratando de asesinar su sombra funesta en mi reflejo. Sólo eso; un suicidio sería catastrófico ¿y qué conseguirías? Continuar la persecusión en el Averno. ¿Qué hace la amante de las sombras contra eso? Sin querer, te arrimaste a la oscuridad de otro. Y el bardo vuelve, vuelve, vuelve, se desangra en penurias, y sigue volviendo. Yo, desde la superficie, pienso que la cinta del video se ha dañado y decido dejarla tal cual, a ver cómo me las arreglo en las profundidades de mi misma.

Siempre lo logro. Siempre lo he logrado. ¿Qué es lo que le da más miedo a los girasoles? ¿Perder de vista al sol o no ser el pequeño sol de algún otro mundo más diminuto?

No me demoro en responder aquello en mi cabeza.
Ella danza tranquila, mientras su cuerpo inerte observa de reojo como se acerca la sombra, la que murmura deseos incontrolables en su oído. Ella lo acaricia con una mano, mientras que con la otra.. . lo estrangula.


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