Escupitajo Pre-Vacaciones.

Sunnendei, Postyule 3, año 7473 según el Cómputo de la Comarca.
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Quiero escribir, pero no puedo aún. Lo único que hago, por el momento, es tocar la armónica y mirar con ansias el tragaluz que se sitúa por encima de mi sombra, ese que tiene forma de página de libro y que no sé como se llama, puesto que reúne todos los títulos que alguna vez leí en mi vida, y que están allá, en el smial que tengo abandonado. Necesito desparramar aromas de verano en mi jardín, recoger silencios gratos en la canasta de las cerezas, y reírme de todos estos meses de descubrimientos, frustraciones y mala bilis. Ahora mismo me duelen los oídos y los dientes por mi extraña sensibilidad histérica auditiva, y estoy sospechando que alguna vez morí de asfixia o aplastada por una multitud de bestias con piedras y garrotes. Uf, pero una vez más, me salva ese tragaluz, y la música que se cuela junto con la piel muerta, una música diferente a los sonidos desafinados de mi armónica, y a toda esa masa de ruido infernal que amenaza con destruir el único rincón de mi alma que no ha perdido el sentido común. Y nadie lo toma en serio.. nadie me cree cuando digo que, de verdad, eso me hace mucho daño y no entiendo por qué. Todos prefieren quedarse con la respuesta simple: las manías, la histeria, la estupidez.. Cuanto daría por sólo escuchar mis propios latidos.. Es desagradable la guerra contra la brutalidad inesperada. Quiero escribir, pero hay tantas cosas que parecen ir primero. Y quiero escribirle cosas bonitas a la gente, verdades, no mentiras, y que el sol brille, y yo poder sentarme por ahí a leer otras cosas más bonitas aún, pero es algo distante, una burla en esta cárcel, donde todo pareciera que es mío, pero al contrario, todo está bajo el control de otros. 

Gracias a Elbereth que mucho de lo que estoy escribiendo son sólo memorias que no existen. Estoy segura de ello, que me invento cosas, porque soy una mujer feliz, una Hija de la Fortuna. Sólo me decepciona un poco el mundo cuando quiero vivir aventuras y no las hay por ninguna parte. Sólo me gusta envidiar, y no mirar lo hermosa que puedo ser. Sólo recuerdo cosas con rabia y digo que no soy rencorosa. Sólo pateo las almohadas para no hacer infelices a los demás, acaricio en vez de abofetear, ilumino en vez de apagar la luz y decir buenas noches. Y a pesar de lo oscura y traumática que puedo ser, sí, tengo tanta buena estrella que parece un desperdicio, y soy el farolito de Narnia, hermana de la Madre Sol, una viajera a través de las Dimensiones, un alma protegida por aquellos a quienes protege, una Maga Blanca en medio del páramo desolado, y Gandalf es mi mentor por el resto de la eternidad, y por todas las vidas que sigan a esta. Estoy loca, loca, enfermizamente loca, llena de historias por contar, casi todas salidas de mi cabeza a falta de una GRAAAAAN historia hecha realidad, pero ¿qué importa? ¿A quién tengo que envidiarle?