Hevensdei, Wedmain 29, año 7469, Cómputo de la Comarca.
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- ¡Alegría, Alegría! – gritó el muchacho, con la mirada acuosa y la voz sonando casi como un terremoto. Alegría se volteó un breve segundo para despedirse con una fugaz mano, y se fue corriendo por un sendero entre los árboles. El joven, aguantándose el llanto que hervía en su interior, caminó velozmente en la misma dirección que la chica, con la intención de obtener una explicación. No se contentaba con el simple hecho de que ella se hubiese cansado de él. Es que no era tan sencillo, ¡no podía serlo!
Alegría aparecía, y luego se esfumaba como un mago profesional, sin dejar más rastro que una herida abierta, una mirada febril, un deseo descomunal por aferrarse a ella y no dejarla partir jamás. Recordaba el instante, aquél en el que la conoció, bajo un árbol de otoño, con la boca llena de fruta y un hilillo de jugo corriéndole por la barbilla. No le importaba que ella comiese como una troglodita, en ese momento sus ojos resplandecientes, el rubor de sus mejillas y el cabello desordenado lo habían seducido sin más. La muchacha lo invitó a sentarse junto a ella, y le ofreció una manzana, con una mano sucia y pegajosa. Él la aceptó, pero no pudo ni siquiera darle un pequeño mordisco, absorto en su acompañante, salvaje pero tan dulce...

“¿Cómo te llamas?”, le había preguntado con voz de autómata, y ella, echando una carcajada llena de pulpa de uva, le contestó que Alegría. Él pensó que era broma, pero no quiso decirle nada más. A partir de ese momento, fue a encontrarse con Alegría todos los días junto a aquél árbol para luego pasear por los alrededores. Casi ni conversaban, sólo se miraban de vez en cuando para entenderse, y en el caso de ella, echarse a reír. Ella robaba fresas, manzanas, nueces y uvas de los terrenos vecinos con la excusa de que los árboles le ofrecían la fruta con una amabilidad que ella no podía rechazar. Él no estaba habituado a ese tipo de cosas, y a otras, como pudo darse cuenta después. Había algo en ella que le infundía ciertas esperanzas, ¿esperanzas de qué? Por su mente no pasaba la idea de enamorarse de una muchacha tan simple, inocente y con el pelo lleno de hojas y tierra. Pero... de esos temas sólo entiende el corazón, y el joven no acostumbraba a escucharlo. Cuando lo hizo, fue sólo a medias, porque se le ocurrió la miserable idea de poseerla, y Alegría al contrario, no quería pertenecerle a nadie en particular.
Le pareció escuchar un murmullo de vestidos y pies cerca de él, pero no era más que un truco de la brisa. ¿Volvería a aparecer? Seguro que sí, como siempre después de cada intento del chico de tomarle la mano, o susurrarle alguna promesa. Seguro que sí, repetía para sí mismo y creyéndose cada vez menos. Alegría, tan indómita, tan hermosa. Corres libre donde nadie puede seguirte, tomas los corazones en tus manos, les infundes calor, y luego te marchas. Desdichado sea el que desee tomarte, y no soltarte; porque al aprisionarte a ti, una cárcel se construirá con su nombre.
El muchacho, soltando sus revoltosas lágrimas, corrió hacia el árbol de otoño, y no encontró a su alegre compañía allí. Con eso supo que ella no aparecería hasta el día siguiente. Se sentó, y recorrió con la mirada el tronco del árbol, áspero y antiguo, indiferente. Entonces dio cuenta de un detalle que le secó la pena en un segundo: un pequeño corazón, tallado por manos infantiles, cerca del suyo, tan real y ahora más que nunca, acelerado. Se levantó de un salto y abrazó al árbol, sintiendo el dibujo en la madera como algo vivo, suave y palpitante. No, ella no se había cansado de él, en realidad ni siquiera lo había escuchado de su boca. Alegría lo quería, pero no era ella quien debía ser enjaulada, si no él quien debía y tenía que ser liberado.
Alegría aparecía, y luego se esfumaba como un mago profesional, sin dejar más rastro que una herida abierta, una mirada febril, un deseo descomunal por aferrarse a ella y no dejarla partir jamás. Recordaba el instante, aquél en el que la conoció, bajo un árbol de otoño, con la boca llena de fruta y un hilillo de jugo corriéndole por la barbilla. No le importaba que ella comiese como una troglodita, en ese momento sus ojos resplandecientes, el rubor de sus mejillas y el cabello desordenado lo habían seducido sin más. La muchacha lo invitó a sentarse junto a ella, y le ofreció una manzana, con una mano sucia y pegajosa. Él la aceptó, pero no pudo ni siquiera darle un pequeño mordisco, absorto en su acompañante, salvaje pero tan dulce...
“¿Cómo te llamas?”, le había preguntado con voz de autómata, y ella, echando una carcajada llena de pulpa de uva, le contestó que Alegría. Él pensó que era broma, pero no quiso decirle nada más. A partir de ese momento, fue a encontrarse con Alegría todos los días junto a aquél árbol para luego pasear por los alrededores. Casi ni conversaban, sólo se miraban de vez en cuando para entenderse, y en el caso de ella, echarse a reír. Ella robaba fresas, manzanas, nueces y uvas de los terrenos vecinos con la excusa de que los árboles le ofrecían la fruta con una amabilidad que ella no podía rechazar. Él no estaba habituado a ese tipo de cosas, y a otras, como pudo darse cuenta después. Había algo en ella que le infundía ciertas esperanzas, ¿esperanzas de qué? Por su mente no pasaba la idea de enamorarse de una muchacha tan simple, inocente y con el pelo lleno de hojas y tierra. Pero... de esos temas sólo entiende el corazón, y el joven no acostumbraba a escucharlo. Cuando lo hizo, fue sólo a medias, porque se le ocurrió la miserable idea de poseerla, y Alegría al contrario, no quería pertenecerle a nadie en particular.
Le pareció escuchar un murmullo de vestidos y pies cerca de él, pero no era más que un truco de la brisa. ¿Volvería a aparecer? Seguro que sí, como siempre después de cada intento del chico de tomarle la mano, o susurrarle alguna promesa. Seguro que sí, repetía para sí mismo y creyéndose cada vez menos. Alegría, tan indómita, tan hermosa. Corres libre donde nadie puede seguirte, tomas los corazones en tus manos, les infundes calor, y luego te marchas. Desdichado sea el que desee tomarte, y no soltarte; porque al aprisionarte a ti, una cárcel se construirá con su nombre.
El muchacho, soltando sus revoltosas lágrimas, corrió hacia el árbol de otoño, y no encontró a su alegre compañía allí. Con eso supo que ella no aparecería hasta el día siguiente. Se sentó, y recorrió con la mirada el tronco del árbol, áspero y antiguo, indiferente. Entonces dio cuenta de un detalle que le secó la pena en un segundo: un pequeño corazón, tallado por manos infantiles, cerca del suyo, tan real y ahora más que nunca, acelerado. Se levantó de un salto y abrazó al árbol, sintiendo el dibujo en la madera como algo vivo, suave y palpitante. No, ella no se había cansado de él, en realidad ni siquiera lo había escuchado de su boca. Alegría lo quería, pero no era ella quien debía ser enjaulada, si no él quien debía y tenía que ser liberado.

5 comentarios:
ooo enana la wea buena :3,me gusto caleta jaja :3
me bajo el instinto asesino ke me provoco jugar mucho quake iv jajaja :3
eso enanita :3
sigue subiendo entradas
te amo hermanita ^^
xD me explike mal,me referia a ke tu entrada me relajo despues de jugar mucho quake
http://i177.photobucket.com/albums/w229/arwen_undomiel_elessar/barrita_nurmenel.gif
Hola mi niña azul!!
^^
Aqui tienes tu este, espero que te guste ^^
Muchos besitos, me encanta tu flog, siento copiarte todo =(
Esque sino no se...me queda feo a mi misma joooo =(
Bueno besitos ninia!
ciao! kissssssssssss
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Visitanos: http://forummorsmordre.blogspot.com
Hoy Barty Crouch Jr. In memoriam!
Bueno, supongo que a mi no me importaria ser presa de la Alegría, aunque igual puede que me aburra, no sé, presa a puertas abiertas quizás, quizás eso somos en realidad, pero a algunos les debe costar más encontrar el camino a su celda, el alma está llena de profundos laberintos.
Muy linda historia Leeloo :3
Te adoro!
Au Revoir
En realidad algunas personas se encuentran atrapadas dentro de estrechas jaulas, de margen estricto, que no los dejan gozar los momentos sólo por estar sujetos a normas. Debemos ser libres para dejar que la alegría nos acompañe, para no aprisionarla...
:O
Tá muy lindo!
Te adoooooro Lila .3
Aioz
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