¿Quién sabe?

Monendei, Blotmath 7, año 7469 según el Cómputo de la Comarca.

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Tal vez fue el crepúsculo que no presenció, o esa canción triste que estuvo escuchando hora tras hora, sin parar, como si el resto de las melodías conocidas no supieran comprenderla tan bien. Quizás fueron las aterradoras y a la vez fascinantes líneas que leyó por casualidad, o la cotidiana y aburrida expresión que la gente adoptaba en el metro, ya fuese por desgaste físico y psicológico o por simple inercia. La conversación cuyo hilo no pudo continuar. La frustración innecesaria e irreconocible. Los minutos perdidos, las miradas furiosas al reloj, la espera en vano. Sí, tal vez fuese algo así, algún detalle por el estilo, o todos esos sucesos unidos en un solo día, llamado domingo. Maldito domingo.
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Era hora de despertar, o de enredarse aún más entre las sábanas. Era el minuto justo para tomar un vaso de agua, o escupirlo a sus propios pies con desprecio. Era el día perfecto para arrancarse de su propia gran expectativa, o quedarse varada en el living de la casa, como una estúpida. Uff, difícil decisión. Una de dos, o vivía bien, o vivía bien. . . mal.
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Ansiedad. Ese era el efecto que no lograba poner en palabras, para gritarlo a viva voz. Todo aquello le producía una irrefrenable ansiedad. ¿De qué?, lo sabía bien. Sí que lo sabía, pero no se permitió ni pensarlo. No entendía a los fumadores, a los alcohólicos, pero suponía que su caso no era muy diferente. Era una cosa de la humanidad, y le daba rabia saber que el optimismo no le servía para nada.
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Muchas veces asomó su cabeza por la ventana, sin nada que observar. Y varias veces más se preguntó si tenía algún sentido seguir agotando la voz de Jim, cada vez más cansina, más etérea. No quiso responderse, sus actos eran los delatores de su conciencia. Se lo perdió todo por intentar ganar aunque fuese un pedacito de. . . no importaba qué. Maldito día. Malditas ansias. Todo para no maldecirse a ella misma. Mhhh, sí. Mística fue la mano que con un plumón escribió en una de las paredes de un sucio baño público: ¡Espera! Aquí ha habido una masacre. No toques la tierra, no toques el sol. Sólo hay una solución. Huir, huir, huir.
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Oh, ¿acaso huirías conmigo? , le espetó a la pared llena de escritos intrascendentes, y aquél tan revelador, allí, especialmente rodeado de mugre y humedad. Su alma lo gritó, se lo gritó a lo lejos, lo dejó caer como un rayo sobre su cabeza. Todo se ordenaba así, todo lo percibía con lucidez. Podría haber sucedido de otra forma. O simplemente, podría haber sido otro infortunio más en su vida. Qué extraña manera de dependencia.

2 comentarios:

Seba Ramos-Providel dijo...

Alma de escritora, o escritora con alma, entrete leerte flaka, la ura, hace mucho tiempo deje los escritos, mujer complicada y pinturas por montones me apartan de los lapices, espero volver a ellos, a mi vieja maquina de escribir, que por la grande lo siguo diciendo, me inspira mas que un compu...

Mas saludos...

Seba...

Seba Ramos-Providel dijo...

hay un pasaje aqui en valpo, se llama
bavestrello, le digo el muro de los
lamentos... le sacare fotos para que
las veas...
esta lleno, pero lleno, hay cosas muy
lindas... y algunas penosas...