Meresdei, Thrimidge 21, año 7472 según el Cómputo de la Comarca.
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Tengo esta extraña excitación guardada en mi pecho, como si de pronto, fuera a colgarme de una estrella fugaz, para caer en el antejardín de algún extraño. Hello, stranger. Todos los días me veo caminando por el centro de la ciudad, expectante, y en mi mente, pasan cosas de otro mundo. Sopaipillas que corren calentitas a las ocho de la mañana, grullas de papel que chocan contra mi cabeza, fantasmas que sonríen desde los rincones, y por supuesto, la misma alucinación de siempre. Por eso, suelen llamarme Amélie. Y yo que me contento con un simple "¡Lila!". WOOAAAAH ! Giro mi cabeza, me quedo sin respiración por un par de segundos, pero no. Pobre calabaza loca.
Hoy un viejito golpeó un árbol a propósito para que las hojas cayeran sobre él. Después se fue, tomando su café y riendo entusiasmado. Seguí caminando, y me encontré con un perro echado junto a una puerta. Yo justo estaba pensando algo así como: no hay otra alternativa, ¡es eso o la muerte! , y mirándome seriamente, movió su cabeza en un gesto afirmativo demasiado decidido para ser verdad. JA! Y después me dicen que las casualidades son sólo eso, meros encuentros sin significado. No, no, no, señores! ¿Duelo, dije? No, aún no. No hasta que la luz de Eärendil se extinga.
"Voilà, ma petite Amélie, vous n'avez pas des os en verre. Vous pouvez vous cogner à la vie. Si vous laissez passer cette chance, alors avec le temps, c'est votre cœur qui va devenir aussi sec et cassant que mon squelette. Alors, allez-y, nom d'un chien!"
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